miércoles, octubre 22, 2008

Eutanasia

¿Se alarmarán, amigos médicos,
Si confiezo que no recuerdo mi tipo sanguíneo?
Un bálsamo radioactivo vendido en balde,
No se los pido. ¡Úntenselo a otra cosa!
Tanta pastilla dorada corroe,
El bálsamo es revólver.

Soy libre porque vivo sin detenerme
Y no me inclino ante la muerte,
Porque cada poema que suspiro me quita una pena
Y toda mi canción es un grito de guerra.
¡Que me lleve el Diablo! Traiciono a Dios.
Vine al mundo para pegarme un tiro,
No para malparir en esta asfixia
Que se sufre de lunes a domingo,
En este gas que en vez de curar te apaga lento,
En este ver la luz de día cada muerte de obispo.
No voy a darles el gusto, doctores,
De "quit your mess and straighten out"* como me piden.
Mi sangre es de los dolores de los puertos,
De las danzas de los pueblos fronterizos
Y no de mezquinos cisnes y palacios.

Sáquenme las sondas. ¡No quiero el suero!
La parca se sirve cruda y sin condimentos.
Con gusto me cortaría las venas
Si así alguien viera lo que está escondido
Bajo tanto cuento tuerto de Cabildo y Juramento:
La noche, cirujanos de oficina, está más allá
Del cielo razo;
Las estrellas no son las luces de neón.

De momento, les digo, no se aflijan,
No me ocultaré en el cráter de una lágrima
Bajo el eco de una herida.
Mi felicidad reposa lejos, en la búsqueda frenética
Y nunca en el encuentro,
En la larga caminata antes que en la tierra prometida.
Así pues, me levanto y digo adiós...
Zarpo hacia el olvido,
Me embarco en mi capricho de pirata.
Concluyo mi relato, sanadores, letrados y amas de casa,
Afirmando que la mejor quimioterapia
es el frío sin abrigo de un final en soledad.


*Slow Train, Bob Dylan.