martes, mayo 17, 2011

El borbotón, la huida y los despojos.

Las manos vacías en el pacífico destierro,
El triste canto de un grillo al insomne ritmo
De las angustias perennes de los prisioneros.

La ironía más burda:
El ostracismo voluntario a un cómodo hueco.

Era de cal la almendra porosa,
Insípida dulzura crujiente.

La sencillez, la ternura, el placer amniótico:
La falacia más burda.

¿Justicia? ¿Razón? ¿Libertad?
Poder y ansia, nada más.
Feron fuentes hermosas las aguas
Que hoy sólo incuban la malaria del tedio.

Dame fuerzas, oh Dios de la ciencia, para ver el camino
De regreso a un presente sin muros...
¿Cuánto vale un delito? ¿Es tan terrible el castigo
Por reducir al silencio a un sueño mudo?
Me creía capaz de cambiar el mundo,
Encontrar la vacuna contra el infortunio.

Debería haber obrado distinto. Lo sé.
Pero hay cosas que sólo se explican recurriendo al destino.

El duende de la culpa encadena al que teme.

Y temo.

martes, enero 04, 2011

Tender el candelabro al fantasma que te visita. Ver a los vivos, muertos, en esa vigilia hostigante de quien piensa en el sueño antes de quedarse dormido. Temer a la locura más que a la muerte mientras tus manos desconectan los teléfonos por el terrible espanto latente de que alguien te esté escuchando. Ver a los vivos muertos. Tender el candelabro al fantasma que te visita y no creerle porque, después de todo, los fantasmas no existen.

Sé que mi padre ha muerto, sé que dios no existe y el cielo es un cuento. Creo que estoy perdiendo un juego al que nunca acepté jugar, creo que mi temple se inclina siempre ante la fragilidad, creo en John Lenon antes que en Marx. Y aun así, ahí está. Imperturbable, el espectro no se me quita de los párpados ni con los ojos bien cerrados.

"Largo, vete, que no quiero verte", lucho en vano con la pena de ver caer mi mundo entero, mi mapa perfecto de datos científicos y fusiles de madera. Me ladran cerca de la panza una infinidad de dolores que ya no siento. No tengo remedio, estoy ante un espectro. Acepto lo que tengo delante. Se me arruga la frente en la acción de sentir consuelo en no escucharlo emitir sonido.

Sus dedos parecen dolidos, con las uñas comidas casi hasta la carne, con la piel amarilla por el tabaco. El pelo enrulado con grandes huecos, los bigotes de señor de pacotilla venido a menos y la sonrisa bonachona de borracho simpático no dejan lugar a dudas: enloquecí y estoy viendo al padre que sé que ha muerto.

Del bolsillo de su camisa rosa viejo saca, despreocupado, un atado de cigarros rubios. Retira uno del montón, busca algo que no encuentra entre sus ropas y me mira... Tender el candelabro al fantasma que te visita.

viernes, noviembre 12, 2010

Me absorbieron la cordura un par de meses de amargura.
Las fronteras del cariño se borraron, asustadas,
Para dejar que lo invada todo el pesimismo.
Flirtreo como siempre con la idea del suicidio
Y me mutilo los sueños con ardor:
"Se acabaron los poemas de amor", sentencio.
Me veo a mí mismo desde lejos, pequeñito,
Justo ahí donde no hay consuelo,
Donde ruega el penitente ser un desamparado,
Porque al menos al desesperar se siente algo...

-¡No está perdido quien pena!

Escucho el repique de una voz en las tinieblas.
Todos los tambores de la selva húmeda
Se armonizan en un trueno de esperanza
Al descubrir mi propia voz, antes desierta,
Ahora envuelta en el ardor de la guerra diaria:
¡Hay que pagar las expensas, che!
¿Qué hago yo gimiendo cuando siempre he sido el que ladra?
Silencio a las campanas de la parca embarrándome las manos.
No me inclinaré cabizbajo todavía,
Aferrado como estoy a dos verdades:
No está perdido quien pena
Y no hay frontera que contenga
al cariño.

jueves, julio 01, 2010

Los Niños Jueces

El aljibe estaba fresco al refugio
De la sombra del ombú, el arbusto.
La sed moría despacio, tan despacio
En la aridez del Monte Salado.
Los Niños Jueces jugaban con su cabrito
Al tiempo en que el Sargento Ahorcado
Patrullaba los llanos con aires de gato.
Los Niños Jueces no han ido a la mina
Y no están trabajando. Sargento Ahorcado
Es un hombre correcto y conoce sus deberes;
Del gusto a sangre y sus placeres, supone,
Se desprenden los verdaderos menesteres.
Su palabra es ley. Su cinto es el verdugo.

El cabrito cae en la tierra roja
Al tronar sobre su cuerpito una bala rauda.
La bala presagia la clara venganza:
Los Niños Jueces se mueven veloces
Y al Sargento tiran al aljibe fresco.
El balde apresa la cabeza del oficial
Y Ahorcado expira entre quejidos inhumanos.

Más triste que no tener un destino
Es saber que al destino lo asegura el poder.
Sufre una madre en su casa de barro,
Los inocentes se manchan de culpa.
Los Niños Jueces cantan bajito en cuarto cerrado,
Mirando traz las rejas el aljibe sombreado.

martes, junio 29, 2010

Este Tipo Está Hablando del Faso

El delito más salvaje, ya no estoy seguro de que sea quedarse quieto.
Peligro, resuena en mis orejas.
¡Cuidado! Se desliza a mis espaldas
Un hombresillo totalitario.
¡Qué absurdos son los hombres
que no se miran al espejo!
Qué pequeños son los sueños
De aquellos maquiavelos disfrazados.
¿Cómo puede ser que tan evidente engaño
Sumerja a tanto perejil paspado
En absurda letanía?
¿Cómo pude creer YO en semejante delirio?
No, ya no levanto banderas.
Ya no me importa qué color tenga el pensamiento,
El más digno sentimiento es el de pasar de moda...
Ojalá caiga en el olvido, si la memoria
Sólo recuerda la guerra y no la Historia.

martes, mayo 19, 2009

Palo Y A La Bolsa

El sincopado del retoño, un subterfugio...
Cae a tierra tarde o temprano, algo se ensucia.
La violencia más allá de la escencia,
El calis que contiene a la vida hecha girones.
Somos un proceso entre varios, una totalidad sangrante
Que vierte sus jugos en un eterno sol naciente;
Somos la parte de algo que duele
Y se pare a sí mismo a cada instante.
Desequilibrio constante, equilibrio mutante.
¿Yo? Un fulano, sin ojo en la frente.
Veo que estoy preso o inmerso
Y estoy bien dispuesto a disiparme.
¿Yo? Mientras vivo soy la sangre, luego...
¿Luego?
La sangre permanecerá sangre,
Aunque la sangre será distinta:
Un péndulo que oscila en dimensiones infinitas.

miércoles, abril 29, 2009

En el cuerpo, siempre en el cuerpo está la cruz.
El brazo se deshace en contorsiones estrafalarias
Desesperando al ver que los dedos fallan. Desatino.
El pecho, un cuerno. El rostro, un misterio.
Mi propio rostro.
Los ojos indecifrables, en silencio pero llameantes.
Sinécdoque de espasmos involuntarios afila un dardo,
Apunta al centro del desengaño:
Veneno de revolucionario en mi copa.
¿Y por qué no dar rienda suelta a mis caprichos?

Alguien me dice que vamos ganando...
-¿¡Ganando qué!?
-No seas idiota, eso no es lo que importa.

Una cascada de emociones sancionables
Y ni una palabra para describirlas.
De nada sirve encomendarme a mis musas,
La una sorda, la otra tuerta y la tercera, rusa.
La una no me escucha, la otra distorciona y la tercera ¿Qué importa?
Es la más bella y astuta y, sin embargo,
Lo mismo vale que fuera muda.
No percibimos más que la noche oscura y, sin embargo,
Sus ojos brillan con luz de luna nueva.
Guían, quién sabe a dónde. No hay un mapa para este territorio
Quizás perdido entre los sueños de un torturado,
Seguro lejos del norte.

Estamos - estoy- nadando en el río de los muertos.
Somos hombre y tres quimeras frente al rugido
de mil espíritus quebrándose.
¿Devendrá el capricho de un dios en
En camino amarillo?
Vagaré - vagaremos- hasta entonces, pero
¿Quién arrullará los llantos?
Quién aplacará los gritos?
¿Dónde han escondido los fusiles?

Somos hombre y tres quimeras contra la noche entera.