sábado, agosto 30, 2008

Hubo doce segundos infinitos
entre tus ojos y los míos,
antes de ese beso.
Después ¿quién sabe?
La noche toda se desvaneció en ternura.
Las estrellas explotaban hacia adentro,
los agujeros negros bebían ron
con los fracasos y los hielos.
La noche toda se embarcó en un olmo
de colores inventados...
Pero, como en todo cuento,
hubo un "pero" después del vivieron
felices para siempre.
Entre nuestros cuerpos, ahora,
una cortina de hierro.
Mudo, sucio y sin voz,
me atrofié los dedos
golpeando el acero.
Por supuesto, mi amiga,
el silencio es lo único
que me acompaña a casa.