miércoles, julio 02, 2008

Sin Maquillaje

El amor más puro sólo puede florecer en un otoño crudo. Los árboles desnudos, corteza a piel se entrelazan con el viento, hartos de la exhuberancia pueril del otro equinoccio.
¡Qué fácil muere el cariño que se gesta en la abundancia! En las horas de vacas gordas somos todos poetas, pero cuando muere la primera hoja nuestras letras se van desvaneciendo.
No, el amor sólo en otoño. Sólo en otoño las tardes son honestas. Lejos de la nieve pero cerca, todavía descubiertas, las copas de los robles iluminan pares de ojos incautos.
Descuidados caminantes llegan a un destino insólito, dibujado sólo por sus despreocupados pasos. Y así de incautos, descuidados, insólitos y despreocupados, corazones que creían ser de piedra se combinan en la proximidad de un final que ya conocen, pero los tiene sin cuidado.
El amor más puro, el más infinito, el más perfecto, le pertenece únicamente a los labios con arrugas.